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jueves, 30 de junio de 2011

CLOSED

Una cosa está clara, la sociedad norteamericana puede ser muchas cosas, pero no es nostálgica, cosa que siempre había pensado yo, al ver las kilométricas colas de Graceland, los viajes organizados por la vieja ruta 66 ó los escenarios idiílicos de cartón piedra representando épocas mejores en los diversos parques temáticos sembrados por todo ese país. Pero no, no se trata de nostalgia, se trata de dinero y si no hay dinero no hay sitio para recuerdos por muy buenos que estos sean.

Para darme cuenta de todo esto, durante las últimas semanas han tenido que cerrar sus puertas, dos locales míticos en la historia hostelera de los Estados Unidos. Hablo del Hotel Sahara de Las Vegas y del bar Oak de Nueva York, dos iconos que brillaron con luz propia durante los años 50 y 60 y que vieron desfilar por sus barras a lo más granado de star-system norteamericano y mundial. Dos locales inmortalizados en más de una película de culto y que dieron de beber a algunas de las mejores gargantas que hayan podido escuchar estos, mis oidos.

Hotel Sahara and Casino. Las Vegas.


Supongo que para el turista, al entrar en la mítica ciudad de Las Vegas, lo primero que buscas es el neon del vaquero al que se le mueve un brazo y las cúpulas doradas del Hotel-Casino Sahara. Pues bien los camellos y las cúpulas doradas dejarán de servir de reclamo a la ciudad del juego por obra y gracia de la crisis y el cambio en los gustos de la sociedad yankee.

La plantilla de trabajadores de este hotel que superan los 50 años habla por si sola de lo que significaba este local en la ciudad que nunca duerme. Muchos de ellos por su edad, fueron testigos de la época dorada de la mítica "sala Congo" decorada en un estilo Africano un tanto suigenereis pero todo un icono en los años de las timbas sin fin del Rat Pack y de la clientela con smoking y no como ahora, en que la mayoría de los clientes visten camisas a juego con las paredes del local.
La época dorada de Las Vegas, donde los dueños eran mafiosos y las celebritis tenían allí su segunda casa. Glamour a raudales que dió paso a turistas de medio pelo con camisa hawaiiana y despedidas de soltero en un sucedaneo de lo que fué en sus buenos tiempos la ciudad de Nevada. 
Una noche en el bar del Sahara podías encontrarte a Elisabeth Taylor, Frank Sinatra, Elvis Presley ó Lana Turner, ahí es nada, ahora se podía pasar la noche en una de sus habitaciones por 30 dolares y ni la montaña rusa más rápida de Las Vegas que había montado el hotel junto a la cafetería para atraer el tipo de turista que ahora frecuenta la ciudad, ni la historia del mítico local ha conseguido salvar a esta institución del ocio nocturno. Los 59 años de historia, y qué historia, no son suficientes para competir con los modernos megarascacielos con servicio de babysitter y atracciones aptas para toda la familia.
Bien pensado, yo hasta me alegro de que así sea. Un imberbe con acné, gorra de baseball y camisa de flores que ni sabe ni sabrá quien era Jane Russel, (su foto aparecía en el vestíbulo del hotel) que no tiene edad ni dinero para usar las tragaperras (originales de la época) que en buen orden lucían en los salones de juego del casino y que jamás ha escuchado un tema de Frank Sinatra, no es digno de pisar ese templo del exceso.
Cuentan que en los 60, Clint Eastwood se pasaba  varios días encerrado en la habitación junto con alguna corista sin probar bocado. (las malas lenguas dicen que para no gastar) que en la barra del bar había cuencos con preservativos los cuales volaban y que las juergas que se corría Siantra con sus amigos eran antológicas. ("solo se vive una vez, y a mi ritmo, con una sobra" Sinatra dixit.)
Los últimos dueños han sido la empresa SBE Entertainment que tampoco se puede decir que haya apostado fuerte por mantener el negocio programando espectáculos casposos de supuestas viejas glorias de la canción.
Lo dicho, para estar así, mejor no estar.

Oak Bar. New York.

Otro templo que se cierra. Inmortalizado en películas como "Con la muerte en los talones", escenario de buen gusto, glamour y estilo que no ha aguantado las hordas de pijos cocainómanos que en los últimos años organizaban fiestas salvajes a las que los ilustres (y muchimillonarios) vecinos del Oak Bar no daban precísamente su visto bueno.


Situado en New York, concrétamente en los bajos del Hotel  Plaza, durante los años 60 era lugar de visitaobligada para todo aquel que fuera alguien en la ciudad ó en el pais. Tampoco en este caso la historia inmortalizada en sus paredes a bastado para terminar con el local.
En este caso el cierre me produce un sabor agridulce. Ya no era lo que fué y nunca lo sería. Podrían seguir ocupados sus altos y carácterísticos taburetes de madera pero ya no por Cary Grant ni nadie parecido. Para terminar como el mítico "Chicote" madrileño, lugar de peregrinación para turistas con ganas de gastarse lo que no tienen en un cocktel prefabricado, mejor colgar el cartel de CLOSED.
Lo original ya no vende, la copia, curiósamente si ¿?. Es como si nos gustase ver por una cerradura las juergas de otros, pero no nos atreviésemos a parcipar de ellas.
Sin ir más lejos, hace unos días, visité un local decorado al más puro estilo  Frank Lloyd Wright.
Parecía haber sido trasladado a finales de los años 50. Suelos de madera, paredes en piedra, butacas y sillones de cuero, taburetes altos de madera y una buena carta de cocktelería. Mid-century total!!!. Me dejé llevar y, craso error, pedí un "General Sherman". Por 11 euros me sirvieron un maravilloso dedal de agua con limón, en ese momento desperté del sueño y me di cuenta de que estaba rodeado de turistas con dinero en un parque temático.